Por Laura Warman, Gerente de financiamiento
Al igual que muchas otras personas, la primera vez que supe del árbol del cielo fue en las páginas de Un árbol crece en Brooklyn de Betty Smith. Recuerdo sentir fascinación con su descripción de “…un árbol que crece en Brooklyn. Algunas personas le llaman el Árbol del Cielo. Sin importar donde caiga su semilla, sale un árbol que lucha por alcanzar el cielo. Crece en lotes baldíos y brota de los montones abandonados de escombros. Es el único árbol que retoña del cemento. Crece con exuberancia […] sobreviviendo sin sol o agua y aparentemente sin tierra. Se le consideraría hermoso excepto que hay demasiados”. Poco sabía entonces, que más adelante en la vida llegaría a conocer muy bien este árbol (puedo ver uno por mi ventana mientras escribo), que pueden, de hecho, crecer en casi todas partes, o que llegaría a entender esa última parte de la descripción de manera muy clara y personal.
El árbol del cielo o malhuele (Ailanthus altissima) es nativo de las partes templadas de China, donde se considera medicinal y se cultiva como alimento para polillas que producen un tipo de seda (que no son las mismas orugas que producen la mayoría de la seda que se utiliza). Fue traído a los Estados Unidos como un árbol de sombra ornamental en 1784 y la gente no tardó mucho en empezar a considerar a esta especie como una maleza (tal como lo describió Betty Smith en 1943). Si bien su comportamiento de maleza les hizo perder popularidad ante los jardineros y paisajistas, los árboles del cielo no tuvieron problemas en dispersarse solos y establecerse prolíficamente en nuevas tierras. Este árbol de crecimiento rápido ahora se reconoce como una especie invasora en Estados Unidos y como uno de los árboles invasores más importantes en los bosques de la Costa Este del país. El árbol del cielo desplaza a las especies nativas de sus hábitats naturales, daña edificios y otras estructuras humanas (le encanta crecer en pequeñas grietas en el cemento), y representa una molestia y amenaza para la agricultura.
Los troncos del malhuele alcanzan más de 25 metros (80 pies) de altura y pueden llegar a medir más de 2 metros (6 pies) de diámetro. En Carolina del Norte es más común encontrar árboles de fuste más esbelto con corteza lisa de color grisáceo, que a menudo crecen en grupos densos y forman matorrales casi impenetrables, especialmente a los bordes de las carreteras. Las hojas de los árboles del cielo se confunden con las de plantas nativas como el nogal negro (black walnut, Juglans nigra) o el zumaque (sumac, Rhus spp.), mientras que sus semillas abultadas se parecen a las de los fresnos (ash trees, Fraxinus spp.). Existen muchos recursos en línea que prestan ayuda para identificar a los árboles del cielo, pero una de las claves más certeras es el olor distintivo que tienen sus hojas y tallos cuando se machucan. Siempre me hace pensar en una mezcla de mantequilla de cacahuate rancia y hule quemado – ¡por algo se les dice malhueles!
Además de producir semillas prolíficamente, otra causa del éxito que han tenido los árboles del cielo en propagarse por todo Estados Unidos es que retoñan fácilmente. Producen sistemas extensos de raíces laterales que fácilmente miden más de 15 metros (50 pies) de largo, y si se daña o corta el tronco principal del árbol, brotan cientos de retoños de estas raíces. Por esto, para deshacernos de estos árboles, se recomienda ampliamente tratarlos con herbicidas a finales del verano y durante el otoño antes de talarlos. Yo aprendí por las malas que, si bien las plántulas son fáciles de jalar y arrancar, los retoños están firmemente anclados a la red de raíces subterráneas y son mucho más difíciles de erradicar. Por si todo esto fuera poco, también hay evidencia de que los malhueles secretan sustancias que impiden que otras plantas (como robles rojos, Quercus rubra) crezcan cerca de ellos, por lo que su presencia puede cambiar la composición del bosque.
Si bien los árboles del cielo son lo suficientemente problemáticos por sí mismos, también parecen ser un puente para la entrada de una nueva amenaza invasora: la mosca de linterna manchada (Lycorma delicatula). Este insecto asiático no es una mosca, sino un fulguromorfo- un insecto chupador, primo de las chicharras, que usa un pico largo para perforar los tejidos vegetales y chupar savia y jugos de las frutas. Los árboles del cielo son la planta huésped preferida de las moscas de linterna, pero estos bichos no son muy exigentes y se alimentan de más de cien especies de plantas, incluyendo especies nativas como uvas, enredaderas (Virginia creeper), arces (maples), abedules (birches) y nogales (walnuts); se consideran una amenaza importante para los cultivos y las especies ornamentales. Las moscas de linterna manchadas se encontraron en Pensilvania en 2014, y desde entonces se han propagado, confirmándose la primera población en Carolina del Norte en junio de este año. Si encuentra uno de estos insectos, por favor repórtelo al Departamento de Agricultura de Carolina del Norte.
El personal y los voluntarios de TLC trabajan continuamente para controlar y eliminar a los árboles del cielo y otras especies invasoras de nuestras Reservas. Este año estamos muy alentados por haber recibido una subvención del Laboratorio de Ornitología de Cornell que apoya nuestros esfuerzos para eliminar a las especies invasoras de la Reserva Natural de Brumley, así como ayudarnos a mejorar el hábitat en la reserva para las aves. ¡Usted también puede ayudar! Regístrese en uno de nuestros equipos de voluntarios, únase a un evento y asegúrese de que su jardín esté libre de especies invasoras.