Article by Madeline Joslin. Translation by Laura Warman.
Según algunas fuentes, André Michaux introdujo los árboles que hoy conocemos como mimosas o árboles de la seda a los Estados Unidos en 1787. Michaux, un botánico francés, se dedicaba a enviar plantas a Francia desde Norteamérica, así como a importar especies de todo el mundo a su vivero en Charleston, Carolina del Sur. Aunque las semillas que recibió el vivero de Michaux llegaron de Persia, la mimosa es originaria del centro de China, Japón y el sur de Corea. Por su nombre podríamos pensar que se trata de una planta delicada, consentida, y que requiere mucho mantenimiento, sin embargo, los árboles de mimosa (Albizia julibrissin) tienen un crecimiento tan vigoroso que presentan una amenaza ecológica para las especies nativas.
Impactos de las mimosas
Tras ganar fama como planta ornamental en 1807, este árbol se convirtió rápidamente en especie invasora, suplantando a las especies nativas e impidiendo su regeneración. Doscientos años más tarde, las mimosas crecen en todo Estados Unidos y son un elemento establecido de los paisajes Sureños. Este árbol pequeño puede alcanzar hasta 40 pies (o doce metros) de altura. Cuenta con hojas bipinnadas, con muchos folíolos que se asemejan a un helecho, jacaranda, o a los árboles conocidos como “honey locust”. En el verano, las mimosas florecen, mostrando sus distintivas y omnipresentes flores rosadas, con forma de pompón, que mecen con la brisa.
A pesar de su belleza, la mimosa es una especie invasora. Florece abundantemente cuando crece a pleno sol y en suelos bien drenados, aunque también tolera algo de sombra, sequía, viento y salinidad. Prolifera en muchos tipos de suelo y se le puede encontrar en áreas con suelos degradados junto a caminos y carreteras, en los bordes de los bosques, terrenos baldíos y zonas ribereñas. La sombra que produce la copa de la mimosa inhibe el crecimiento de las plantas nativas. Además, las mimosas se reproducen mucho más rápido que las especies nativas y se dispersan a través de semillas que crecen en vainas largas de color café que se mantienen a lo largo del invierno.
Como miembro de la familia Fabaceae, las mimosas son leguminosas y pueden fijar nitrógeno. Si bien esto es favorable para la especie, su hojarasca crea un exceso de nitrógeno que inhibe el crecimiento de plantas nativas, algunas de las cuales son fuentes importantes de alimento para animales nativos. Además, las semillas pueden ser tóxicas para los animales que las ingieren.
Eliminación de las mimosas
Estos árboles se reproducen de manera prolífica- cada flor produce una vaina con hasta 12 semillas que permanecen viables durante muchos años y que pueden dispersarse a largas distancias si están cerca de una corriente de agua. Como es el caso con la mayoría de las malezas, la mejor opción para controlar a la especie es controlando a sus plántulas desde su etapa más temprana. A principios del verano es común encontrar retoños brotando alrededor de la planta madre, asimismo, rebrotan rápidamente si se corta el tronco de una planta adulta.
Las plantas pequeñas se pueden arrancar fácilmente, especialmente después de una lluvia mientras el suelo aún está húmedo y se desprenden fácilmente las raíces. Cuando se trata de un árbol establecido, el Servicio Forestal de EE. UU. recomienda cortarlo como medida de control inicial y después aplicar herbicida al tronco recién cortado. Esta aplicación es la única manera efectiva de matar al árbol y evitar que vuelva a brotar. Cuando el uso de herbicidas es poco práctico, el anillado del tronco puede ser efectivo en los árboles más grandes.
Controlando el crecimiento de Mimosa
Al igual que el kudzu, la mimosa es un ingrediente básico en la medicina tradicional china. Su primer uso fue como antidepresivo en el año 200 d.C. La flor se secaba y usaba en la preparación de un té para “armonizar el corazón y la voluntad y hacer que uno sea feliz y sin preocupaciones”.
Yo hice el té siguiendo el antiguo método de la medicina tradicional china. Si bien el té no tiene un sabor atractivo, es notable que el uso medicinal tradicional de la mimosa persiste en su área de distribución nativa. La corteza del árbol se usa a manera de analgésico en la curación de contusiones y huesos fracturados. Afortunadamente, la mimosa es una planta de vida corta, ya que es muy susceptible al marchitamiento por fusarium y tiene una madera frágil.
Si no puedes vencerlos, ¡cómetelos!
El comernos a las especies invasoras es una contramedida divertida que a veces puede tener beneficios sabrosos. Como mínimo, se pueden disfrutar algunas experiencias gastronómicas que podrían ayudarnos a combatir las invasoras, incluyendo a los árboles de mimosa.
Si está inspirado, puede hacer un té con flores de mimosa, siguiendo una receta simple inspirada en la antigua medicina china. Las flores rosadas se pueden recoger e infusionar directamente en agua caliente para hacer té. Esto acentúa los olores de la flor que nos recuerdan al olor dulce de una gardenia y también a los cítricos. También puede usar las flores para colocar encima de cócteles y pasteles como una bolita decorativa rosa brillante. Es importante cortar las flores para prevenir la producción de semillas, ya que las semillas son prolíficas y permanecen viables de 5 a 10 años.